“EL ANALISIS DEL ANALISTA”

“EL ANALISIS DEL ANALISTA”

“Tal es la ironía de los esfuerzos que hacemos para cambiar nuestro modo de ver, para modificar el horizonte de lo que conocemos y para intentar lograr verlo en perspectiva.

Condujeron efectivamente a pensar de otro modo? Quizá, cuando mucho, permitieron pensar de otro modo? Quizá cuando mucho, permitieron pensar de otro modo lo que ya pensábamos y percibir lo que hicimos desde un ángulo distinto y bajo una luz más clara. Creíamos alejarnos y nos encontramos en la vertical de nosotros mismos. El viaje rejuveneció las cosas y envejeció la relación con uno mismo” (MICHEL FOUCAULT. Historia de la Sexualidad. 2. El uso de los placeres. P. 14)

Ma. Alejandra de la Garza.

INTRODUCCIÓN

Convocar a varios psicoanalistas de diversas coordenadas para que nuestro discurso no solo se confronte, sino que se atraviese y de repente se encuentren puntos de intersección  de escucha, de diálogo posible.

Esta iniciativa no es nueva: Rene Major  en los años 70, convocaba a pensar un tema psicoanalítico desde diferentes puntos de referencia, tal era el objetivo de Confrontación.  Polisemias, como parte del grupo de Guadalajara del CPM también lleva a cabo estos actos de crítica desamarrando las fronteras de las sectas o escuelas psicoanalíticas . Martha Reynoso, hace poco más de un año convocando a varios  a hablar de  la Historia del Psicoanalisis en México apunta en este sentido a la necesidad de crear un espacio en la diversidad para pensar.

Cada vez se siente en el ambiente, siento en  el ambiente psicoanalítico, esa necesidad de atravesar fronteras, de atravesar y poder decir otras cosas, innovando el discurso: pensar para decir y decir para dejar de pensar. Reunirse en torno a la implicación ética, clínica o práctica alrededor de un tema y después terminado el cometido, el dispositivo se disuelve. Sería excelente que se generara a partir de estos encuentros una inercia que no cesara de insistir, de repetir una posibilidad de repensarnos  en  nuestra función como psicoanalistas, los avatares , las encrucijadas clínicas y prácticas de nuestro oficio.
En un encuentro de Convergencia al que asistimos unos amigos y yo hace 3 años, en Nueva York, me impactó algo que escuche repetidas veces ,  significante que congregó a diversos analistas de diferentes países: “Tenemos diferencias, en nuestra lectura de Freud, de Lacan , en cuestiones clínicas, conceptuales, pero estamos unidos  y lo que nos ha unido es un enemigo común : el estado neoliberal que intenta diluir la esencia misma del psicoanálisis al querer subsumirlo en el discurso del estado y en el discurso universitario”

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No estoy tan clara si también ahora el enemigo común es el estado neoliberal. Probablemente que sí,  y tendremos que jugarnos estrategias y acciones diversas para preservar la marginalidad e independencia del psicoanálisis, como un oficio que es ajeno a cualquier discurso que quiera posicionarse en el lugar de la verdad. Pero antes del Estado Neoliberal que varios de mis compañeros cercanos ponen como al peor opositor, yo pensaría  en otro mayor que nos carcome como comunidad: la sordera, la tendencia al monólogo y a la generación de discursos cerrados endogámicos, cuyas expresiones son modalidades de lo mismo: reiteraciones sobre los mismos temas,  idealización de los textos  psicoanalíticos a un nivel de lo sagrado o lo intocado sea cual sea el autor. Este, me parece el peor enemigo, pues desde dentro, se erige como una gran muralla que atraviesa el campo psicoanalítico actual,   empobreciendo la práctica,   y la escritura de la experiencia analítica.

Lo que sí es cierto es que  podemos notar diversos cambios  en la conformación del campo psicoanalítico. Muy diferente la composición de lo psicoanalítico en los 60, este momento que estamos presenciando además de no ser el único, ni inédito, muestra  estos cambios.

A partir de la publicación del libro de Rubén Gallo  “Freud en México. Historia de un Delirio”, sabemos que Salvador Novo, Octavio Paz, el abogado Carranca….en diferentes modalidades muestran encuentros y desencuentros del psicoanálisis con la historia de México.

Primero , la llegada de Erich Fromm a México, durante la década de los 50-s. Rodolfo Alvarez del  Castillo afirma que en México la práctica y la enseñanza del Psicoanálisis fueron  inaugurados por Erich Fromm  con médicos psiquiátras.  Una una aporía notoria: entra  y encuentra su lugar en la Facultad de Medicina y no en la  en ese entonces Escuela de Psicología.  Parte de estos médicos psiquiátras van a constituir en 1956 la Sociedad Psicoanalítica Mexicana.  Para los años 60-s nos encontramos con un espacio demarcado por una Sociedad Psicoanalítica Mexicana cuyos miembros van a formarse también al extranjero. Un momento importante en que ambas instituciones pretenden fusionarse pero se fracasa: algo interesante es que Fromm pensaba que los analizados en el extranjero tenían que reiniciar su formación  y nuevamente su análisis en el país.

Finalmente quedan dos grupos, los Frommianos y los de la Sociedad Psicoanalítica Mexicana afiliada a la IPA.

Durante los 70´s irrumpen dos instituciones: AMPAG  Y EL Círculo Psicoanalítico Mexicano. Una Asociación de psicoanálisis de Grupo, que como ya lo ha abordado en diferentes de sus publicaciones Fernando González en un momento dado tiene que renunciar a su designación  psicoanalítica  y sustituirla por “psicoterapia de grupo”  para poder pertenecer a la IPA quedando su nombre Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupos.  El 11 de Julio de l974, se registra legalmente el CPM   como el inicio de una disidencia exterior a la APM.  Se autodenominaba psicoanalítico, sin interés de ser aceptado por la APM y recibiendo a todos aquellos interesados en estudiar a Freud  como lectura fundamental pero en un ambiente cosmopolita y abierto a otros saberes de la cultura francesa y  nutrido  por personas como Marie Langer,  por el arribo del exilio argentino. No era requisito ser médico, para ser psicoanalista. Los planteamientos de”Analisis Profano “ de Freud  fundamental el inicio de esta institución.

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En los años 80s.  del crecimiento y fundación de los primeros grupos lacanianos:  Nestor Braustein y Marcelo Pasternac después de haber participado varios años en el CPM conforman sus propios grupos.  Ahora en el campo del psicoanalisis mexicano  no solo están los puros, y los impuros, por ser o no médicos, sino el campo se divide entre freudianos y lacanianos y de alguna manera en una argumentación tendiente a probar quien detenta la bandera de un psicoanalisis puro o más bien del verdadero psicoanálisis.

En la década de los 90’s y principios del año 2000 podemos observar  grosso modo, y sin entrar en detalles por no ser este el espacio…. Una tendencia a que proliferen los grupos “psicoanalíticos”, las diversas modalidades de “formación” y el pequeño bosque bonsái psicoanalítico de repente se diversifica  en coordenadas que van  a dividirse en freudianos, lacanianos, kleinianos y sus diferentes conjunciones: Freudo-lacanianos, Freudo-kleinianos,, y esto por no mencionar todo ese espacio de prácticas psi, holísticas, new age, que pueden autonombrarse contra-analisis, terapia cognitivo-conductual, etc.,

Lo que resalta entonces al inicio de la presente década es una doble y triple pertenencia ……La falta de credibilidad en las instituciones que data desde el siglo pasado, atenta las propias raíces de los grupos o instituciones psicoanalíticos y empezamos a notrar que no es suficiente pertencer a un grupo , la pluralidad llevada al acto, se manifiesta en atonombrarse miembro de varias instituciones ….

Podríamos recurrir diferentes clases de argumentos: el de generar mercados cativos  consolidados y  Tener más pacientes …. O también razones de  poder ( aunque sea imaginario) para crear transferencialmente un séquito de seguidores de diferentes procedencias.  Pero me parece que siendo lo anterior indudable y presente en muchos casos, lo que impera es  abrir otros espacios para pensar. Como si en las instituciones se manifestara a tal grado la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace que se hace necesario pensar el psicoanálisis desde otros lugares y ojo, no solo psicoanalíticos, sino sociales, antropológicos, filosóficos.  No es casual que volvamos ahora a recurrir a Ricoeur, a Michel Foucault, a Barthes, a Michel de Certeau….a Zizec, Lipoveski. (que ojala no nos tardemos tanto en leerlos como pasó con Foucault por ejemplo).

La realidad nos muestra a los psicoanalistas, pensando solo desde psicoanálisis  y con un gesto de común omnipotencia querer ser el centro de todo tipo de interpretaciones y aportaciones a otros campos del saber. En vez de dejarnos permear  por las preguntas, las críticas, los discursos de otros saberes para poder hacer, al estilo y con la enseñanza, por ejemplo de Michel Foucault, una historia de “un análisis “ de los juegos de verdad , de los juegos de falso y verdadero q través de los cuáles el ser se constituye históricamente como experiencia, es decir… ¿a travésde qué juegos de verdad el ser humano se ha reonocido como hombre de deseo?

Y ésta es una pregunta que atraviesa el tema de las mesas de hoy: el análisis del analista. La experiencia de análisis por la que –supuestamente- y habiendo un consenso expedito sobre esta obligatoriedad , todo analista debe pasar, debe vivir.

Pues el análisis del analista, es eso, un viaje, un juego de verdades sucesivas que le permiten acercarse a sí  mismo, a la verdad de sí, a su inconciente, único lugar desde el que el sujeto es.

Y es  que el psicoanalisis, precisamente tendría que poder enfrentarse a temas y problemas que marcan los puntos vulnerables de su práctica. Retomaría acá una frase de Leo Bersani que pone en valor el psicoanálisis como un saber en movimiento: “en los puntos de derrrumbe de la teoría se encuentra el verdadero psicoanálisis”….yo diría en los puntos vulnerables de la teoría y de la práctica es donde atravesando su imposibilidad podríamos construir un pensamiento y actuar posible.

Tal es pues el objetivo de esta mesa debate, propiciar la escucha respuetuosa y el diálogo fructífero del discurso del otro, del otro par, del otro que también ocupando la función de analista, se pregunta, y se debate  con los límites, los nudos, y  las resistencias en su escucha.

Pero el origen,  empieza en una caída….dice también Foucault, al definir genealogía. Siempre hay una caída. Cuál o cuales serán las supuestas caídas del psicoanálisis desde sus orígenes. Varias aparecen en la historia.

  1. “Mi autoanálisis es, de hecho lo más esencial que tengo actualmente y promete convertirse en algo de mayor valor para mi si alcanza su final”, señala  Freud en 1877.El análisis no fue desde el inicio obligatorio, imperativo.  Primero  Freud señala que para ser analista basta con “ el análisis de Sí”. por más que s haya tenido una larga comunicación epistolar con Fliess , similar a un análisis muy sui generis- Predominaba en Freud, además de la falta de análisis-  la idea de que los analistas estaban arriba de la media.   Sin embargo, pronto reconoce sus límites  y lo llevarán a afirmar años después que es imposible un autoanálisis, por un lado debido a lo incompleto del

Trabajo de interpretación por mas que se sea sincero con uno mismo y por el otro a causa de sus propias resistencias para acceder al material inconsciente.

  1. En 1910   a partir del descubrimiento de la contratransferencia lo va a plantear como requisito para ser psicoanalista este  autoanálisis . “Desde que un número mayor de personas ejercen el psicoanálisis e intercambian sus experiencias, hemos notado que cada psicoanalista sólo llega hasta donde se lo permiten sus propios complejos y resistencias interiores,  y por eso exigimos que inicie  su actividad con un autoanálisis y lo profundice de manera ininterrumpidaa medida que hace sus experiencias con los enfermos. Quien no consiga nada con ese autoanálisis puede considerar que carece de la aptitud para analizar un enfermo” (Freud, 1910 ). Esto está muy relacionado y en 1911, en su escrito técnico sobre Nuevas puntualizaciones sobre el amor de Transferencia sabemos  que es una elaboración a posteriori del conflicto y casi escándalo que se desata por la relación amorosa entre Gustav Jung  y Sabina Spielrein.
  2. En 1911, Freud le pide a Ferenczi a que elabore el proyecto de constitución de una Asociación Psicoanalítica Internacional para presentar en el segundo congreso Internacional de Nuremberg. En este texto aparece ya claramente  su preocupación en lo que concierte a cómo alguien se hace analista. “El peligro que nos acecha por decirlo así es el de ponernos de moda y que el número de los que se llaman analistas, sin serlo, aumente rápidamente”. Sin ahondar en las aportaciones de Férenczi tan solo señalar que desde 1912 sus escritos muestran un deseo de ir más allá del autoanálisis: subraya categóricamente, la necesidad de haber vivido afectivamente y haber sufrido en la propia carne la experiencia psicoanalítica para poder convencerse de la bondad del resultado: “El médico que desea practicar el psicoanálisis debe emprender él mismo una cura analítica” (Férenczi,1981, 252)
  3. En 1912, por primera vez Freud indica en Consejos al médico sobre el tratamiento analítico la exigencia de un análisis con un experto, si pretende analizar a otros. Lo mismo encontramos en ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Donde afirma de manera clara que  el que quiera ejercer el análisis se someta antes , a un análisis..  Revisando la obra de Freud hay momentos donde vacila y vuelve a mencionar la posibilidad de un autoanálisis . ¿hablando a partir de su propia experiencia?

Lo que se instala como efecto de la institucionalización del psicoanálisis,  es el análisis y la formación de los analistas, así como la supervisión. Lo que me gustaría resaltar es que, a excepción de Sándor Ferenczi, ni Freud ni Eitingon relacionaron la formación del analista con el fin de análisis, sino solo con la importancia de que el analista se analizara.

Independientemente del tipo de institución o grupo,    lo que parece un consenso universal  compartido por nuestra comunidad es que  que no puede haber psicoanalista donde no ha habido previamente un psicoanalizante. La forma en que esto se realice tendrá mútiples variaciones y lo que no se alcanzará es una garantía de que ese sujeto en la función de analista funcione como tal. No hay garantías.

No hay posibilidad de realizar la función de psicoanalista: 1. Sin haber pasado por el diván y atravesado un análisis y 2. Sin el dispositivo analítico, sin el paciente , en el devenir de cada sesión donde va construyendo  su propio análisis.

Se suele decir, frase que acepto en su congruencia: La formación del analista es el análisis de sus formaciones del inconciente.. Es tan central el análisis del analista que apunta a su formación y a la terminación de su análisis, temas cuya reflexión siguen inacabadas, desde los orígenes del psicoanalisis.

Ahora bien llaman la atención varios elementos que me gustaría poner a discusión:

  1. Si bien se parte del análisis del analista, de su deseo de analizar como fundante de este camino, enunciado en diván, de repente  encontramos en la práctica más preocupación por los procedimientos administrativos y de formación teórico en los lugares “de formación” de los futuros analistas, descolocándose lo fundamental que es la transferencia.

En este punto, la burocracia, los procedimientos y el deseo de control originario de los candidatos a análisis, imperaron a tal grado que en el concepto de Analisis didáctico, lo único que queda es una didáctica ausente de psicoanálisis.  A tal grado puede llegarse en este sentido que un paciente estando en análisis, y obviamente en transferencia, puede ser obligado, impulsado, aconsejado, manipulado por su institución para dejar ese análisis y entrar en “análisis didáctico” con un analista de la propia institución. Porqué?  Se suele argüir que para que la formación no se contradiga con la clínica , porque así se tiene más control y certeza  de que el aspirante está en análisis con un miembro de la institución.    Descrito así un proceso como este , no queda la menor duda que es de lo menos analítico pues atenta contra el eje fundamental de todo análisis , la transferencia.

Aún así, las almas se apaciguan en lo que se considera una “ética” y por lo menos hay una respuesta institucional que constata que el sujeto estuvo en un proceso DIDACTICO  de lo que podría llegar a ser un análisis. Si quieres entrar en esta institución tienes que escoger a tu analista de esta lista disponible y punto.

Varios  son los problemas preocupantes desde el punto de vista de la transmisión y desde la ética que  se desatan:  no  se trata de transferencia, ni menos de demanda analítica sino de trámite obligatorio y además con una lista que  socava cualquier iniciativa, curiosidad o búsqueda del sujeto que supone querer practicar el psicoanálisis.

Eso, del lado del  potencial paciente y formando de la institución. Del lado del analista, si es miembro de la misma , tiene asegurado un mercado.  Acá, de nueva cuenta queda pendiente el lugar de escucha de la demanda por parte del analista. La demanda se diluye, la transferencia se imposta y lo analítico brilla por su ausencia. Se trata de algo instituido  que ligado a las horas de supervisión, asegura al final del camino largo, caro en lo real, en lo imaginario y en lo simbólico, LA CERTEZA DE TENER EL PERFIL DESEADO DE ANALISTA…..DE AHÍ a que el sujeto se sienta que ya es analista….solo un pequeño paso…..

2, Está otra modalidad, en la que institucionalmente se abre la posibilidad de que cada quien se analice con el analista que desee , sea o no de la institución. Inclusive por ejemplo en el CPM ha sido una costumbre efecto de la endogamia de los orígenes, separar transmisión de función de analizar, Modelo especial de transmisión que transmite esa libertad , incluso se subraya la conveniencia de que sea alguien de fuera. Pero aún así ¿hay garantías de que todos se analizan?, tiene que ver con el tipo de transmisión?  Ahora, después de estar haciendo la reapropiación de nuestra memoria, hemos llegado a pensar que el que se perciba falta de análisis en los que están en la propuesta de formación puede ser un síntoma de los orígenes. Cuáles? No solo los de Caruso, sino los de el origen de la institución analítica….porque hay algo insoluble en el análisis del analista que no puede dejar de remitirme a la ausencia de análisis en Freud o su análisis muy suigeneris y sin conciencia de causa con Fliess. También el poco tiempo que se analizó Lacán con Lowenstein.  La falta de análisis se traduce en una teorización brillante y compensatoria de esa ausencia de análisis?  Pienso en Freud en su texto Analisis Terminable y Analisis Interminable o en Lacan proponiendo el pase…. Y no dejo de reflexionar en que hay una carencia que se significa propositivamente.

Freud hablando no solo señalando lo que piensa que son obstáculos para terminar un análisis: lo indomeñable de la pulsión, la castración, y el problema de lo femenino.

Lacan por su parte, tratando de ir mas allá y proponiendo un fin de análisis posible en un movimiento de analizante y analista en relación al objeto “a”, y en donde se darían dos operaciónes fundamentales: la destitución subjetiva por parte del analizante y el deser ( o caída) por el lado del analista… operación que como acto se sostiene solo y cuando el analista ha tenido antes la experiencia de un análisis terminado.

El pase que propone Lacan siempre me ha llamado la atención pues en su lógica interna es un dispositivo indudablemente hecho a la medida de la escucha psicoanalítica: el passeur da cuenta de su análisis a otros passeurs que son pares,  quienes darán cuenta de su escucha de ese passeur a  otros, impares. El problema de su fracaso  es su puesta en acto en la institución, en la escuela,  es cuando se opera en un grupo donde priva la relación unívoca de poder y la concentración de las transferencias  en Lacan.

Después se han hecho otras propuestas porque es un reto que nos convoca…..la autorización, es  “autorizarse por lui meme” como lo señala Lacan en algún momento, es decir, en el propio análisis, en el fin de análisis. O también están los otros, los pares, frente a los cuales se dá cuenta de que algo de la castración atravesó el discurso del pasante y que en el manejo de lo real ha pasado humildemente de la omnipotencia a la imposibilidad?

Aun así, qué hacer? Se puede hacer algo? Hay que insistir en innovar los pases, otros pasajes, inventar otros dispositivos que permitan dar cuenta de la experiencia del análisis y que no pase por un papel, un título…. Qué hacer para poder transmitir que ser Lacaniano, Freudiano, Kleiniano, no te hace psicoanalista. Transformarse en psicoanalista es independiente de la escuela o institución, es un acto individual , singular que se realiza en la soledad.  Cómo diferenciar la institución , la actividad de esa institución de la función de psicoanalista?

Las cartas están echadas. El tema no está claro y no lo está porque por más que se hable de esta necesidad ética de estar en análisis para acceder a practicar el psicoanálisis, pocos lo llevamos realmente a cabo, y alrededor, en las instituciones, en los grupos, entre colegas, vamos sintiendo los vientos de un mar, que anuncia, que testifica muy poco análisis entre los mismos analistas.

Cerraría con una cita de Marcelo Pasternac e. n un artículo de él llamado “La Confusión de Babel” en Me Cayó el Veinte No. 3.

Una de las ideas rectoras de este texto es  su preocupación por la existencia de una exagerada heterogeneidad al  de  un sectarismo pedante, hermético y fundamentalista.   en dicho desfiladero desaparece la singularidad, parafraseando a Lacan, menciona “el único psicoanálisis aplicado es el que se aplica en la experiencia psicoanalítica singular. El psicoanálisis no dice todo de todo, es solo una experiencia de palabra.. Y yo cerraría diciendo que además de la singularidad, de la importancia del  caso por caso, el psicoanálisis es una ciencia de la conjetura y de lo contingente. No es un saber acabado , sino abierto, agujereado en el que de repente escapa  lo que se quiere transmitir y solo queda  un resto”.

San Miguel Xicalco, D.F., a 4 de abril del 2014.

MAGW-CPM